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Lamine y Oumar abandonados en El Prat

Migración

Una ONG canaria deja en Barcelona a dos jóvenes gambianos sin otras indicaciones que las de una parroquia de la ciudad

Oumar Kujabi, a la derecha y Lamine Dampha, en la parroquia de Santa Anna junto al rector Peio Sánchez ayer por la mañana 

Llibert Teixidó

Oumar Kujabi y Lamine Dampha añadirán la noche del 12 de marzo a los muchos incidentes de su recorrido desde que salieron de Gambia. Un vuelo comercial que había partido de Tenerife los dejó en el aeropuerto de El Prat, sin dinero y sin un lugar donde dormir.

Se encaminaron hasta la parroquia de Santa Anna, en el barrio de Ciutat Vella de Barcelona, con la esperanza de que allí quizás encontrarían ayuda. No conocían a nadie. No sabían qué hacer. Y lo peor: no entendían por qué habían sido enviados a una ciudad en la que nadie los esperaba.

El rector de la parroquia, Mosén Peio Sánchez, ha denunciado esta semana el envío de dos jóvenes gambianos desde un centro de acogida de menores migrantes desde Tenerife a Barcelona.

Según relatan los jóvenes, una educadora del centro donde residían en La Orotava, en Tenerife, los acompañó en avión hasta Barcelona y los dejó ahí sin notificarlo a nadie, tampoco al Ayuntamiento, y, al parecer, tampoco a la Generalitat aunque en este caso fue imposible contrastar esta información.

Oumar Kujabi y Lamine Dampha, en el momento de entrar en la parroquia 

Llibert Teixidó

La asociación Coliseo era la encargada de acoger a estos jóvenes en uno de los centro de menores en La Orotava . Esta oenegé es una de las entidades que más fondos recibe del Gobierno canario para la atención de los menores .

Al cumplir ambos la mayoría de edad el pasado 22 de febrero, fueron informados de que no podían permanecer allí y que serían enviados a Barcelona o Madrid, eligiendo ellos la capital catalana por su afición al club culé. En realidad, explica Oumar “Nosotros dijimos que no queríamos ir ni a Barcelona ni a Madrid, no tenemos familia, no tenemos dónde vivir”.

Durante su estancia en el centro canario, los jóvenes aprendieron castellano y realizaron cursos de capacitación a través de la oenegé Cesal.

El párroco de Santa Anna de Ciutat Vella, que les acoge, cree que la oenegé canaria quiso quitárselos de encima

La Fiscalía de Menores de Canarias les había prometido una habitación en un piso de acogida al alcanzar la mayoría de edad. No llegaron a verlo nunca. A cambio aterrizaron en el aeropuerto el pasado miércoles, sin nadie que los esperara, su acompañante sólo les dio las indicaciones para que llegara a Santa Ana. Y regresó a Canarias.

Los jóvenes llegaron asustados, según el párroco que denuncia que lo ocurrido es un episodio de “tráfico de personas legal”, orquestado por las propias administraciones, que tampoco renovaron los permisos de residencia de los dos chicos antes de enviarlos en avión.

Según el párroco, no es la primera vez que la administración pública deja en la calle a jóvenes migrantes al cumplir los 18 años. “Da la impresión de que lo que querían era impedir que se quedaran” , sostiene el párroco.

Ambos llegaron a Canarias en patera, en noviembre de 2023 y enero de 2024, respectivamente, tras arriesgar sus vidas en peligrosas travesías por mar. “Pasamos ocho días en alta mar, en una patera vieja, con más de 150 personas. Pensé que no íbamos a sobrevivir”, recuerda Oumar. Tras su rescate en las costas del sur de Tenerife, por parte de Cruz Roja fueron acogidos en el centro de menores gestionado por la asociación Coliseo.

Ambos jóvenes, en el momento de descargar sus equipajes 

Llibert Teixidó

“Si les hubieran hecho el acompañamiento correcto, en tres meses podrían estar trabajando en Tenerife y listos para salir al mundo adulto.”, se lamenta el párroco.

Por otro lado, advierte que si esta práctica se generaliza, se convertirá en un auténtico caos. “¿Si Canarias no puede asumir a los migrantes, van a enviarlos así a otras comunidades sin planificación?”, cuestiona.

Cuando cumplen 18 años, los centros deben gestionar la renovación de permisos de residencia y trabajo de los migrantes. Según el rector, la administración canaria había solicitado documentación adicional sobre los jóvenes, y la asociación no esperó a enviarlos a Barcelona dejando los expedientes paralizados.

Los jóvenes tienen formación pero no pueden trabajar porque se les envió a Barcelona sin documentación

Los jóvenes, según afirman, recurrieron a la oenegé donde realizaron sus cursos de formación, Cesal, para pedir ayuda antes de ser trasladados para que les encontraran un lugar donde vivir en Barcelona. Al conocer la situación, la oenegé se puso en contacto con el centro de acogida y les recomendó acudir a la parroquia de Santa Anna al llegar a Barcelona para evitar que tuvieran que dormir en la calle.

Por ahora la parroquia, ha asumido la tarea de acogerles temporalmente, y están tratando de recuperar la documentación de los jóvenes para reactivar el trámite de regularización. Mientras tanto, Oumar y Lamine, cuyas intenciones son quedarse en España para trabajar, intentan adaptarse a su nueva realidad sin saber qué les depara el futuro.

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