Ciudad Secreta

Antonio Cuestas, de la Fábrica de Armas de Trubia a lucir galones en la Armada

Ingeniero trubieco, estudió en la escuela de la Fábrica de Armas, en la que trabajó, para luego ser docente y lucir galones de alférez de navío

Antonio Cuestas, en la plaza Porlier.

Antonio Cuestas, en la plaza Porlier. / Irma Collín

Oviedo

Cuando Antonio Cuestas era pequeño y se levantaba por las mañanas, en su casa de Las Cuestas, veía una cosa u otra según el día estuviera más o menos simpático. Si estaba despejado, la imponente Fábrica de Armas de Trubia, encajada en el valle; si hacía regular, la característica niebla matinal sumergía la villa cañonera en un mar de nubes. En cualquier caso, ambas se proclamaron visiones proféticas del futuro de este hombre: fue alumno de la Escuela de Aprendices fabril, ingeniero técnico que trabajó en las factorías cascarillera y sevillana de Santa Bárbara, alférez de navío de la Armada Española y docente. También se casó por el rito vaqueiro en la Expo, por lo que hay pocas aventuras que se le hayan escapado a este polifacético trubieco, que aún busca más, ahora a través de su pasión por los viajes y el tenis.

Antonio Cuestas, en la plaza Porlier. | IRMA COLLÍN

Vestido con el uniforme de la Marina española, en el curso de especialista del Estado Mayor francés. / LNE

Nacido en 1959 en Las Cuestas, se crio en un ambiente que mezclaba a la perfección el mundo rural y el industrial, en una Trubia que aún vivía sus mejores tiempos. De padre artillero de la fábrica, su camino fue ingresar en la Escuela de Aprendices, como aún era natural a principios de los años 70. "Yo era un poco ‘yeyé’, con melena, ya sabes, y no quería", confiesa, bromista. Sus progenitores al final le convencieron y admite que ingresar –sacó la cuarta mejor nota– fue una de las mejores decisiones de su vida. "Allí aprendí a hacer las cosas bien, valores, respeto", agradece Cuestas, al que en aquel momento ya le picaba el interés militar.

Antonio Cuestas, el aprendiz con los botones de ancla

Recorte de prensa de su boda vaqueira en Sevilla. / LNE

El joven planteó la posibilidad de ingresar en la Escuela Politécnica superior del Ejército al finalizar como aprendiz, pero le convencieron de nuevo de seguir la carrera civil. "Estaba cómodo en Trubia, tenía trabajo, novia...", recuerda, lo que le llevó a estudiar Ingeniería Minera en León y encauzar su vida laboral dentro del Grupo Santa Bárbara. Primero, como jefe de varias áreas de la Fábrica de Trubia, durante 18 años; después, siete en la instalación hermana sevillana. En la capital andaluza protagoniza la primera boda que tuvo lugar en la Expo-92, una ceremonia celebrada en el pabellón asturiano bajo el rito vaqueiro y gran expectación de público y medios de comunicación.

Antonio Cuestas, el aprendiz con los botones de ancla

Segundo por la izquierda, en la Escuela de Aprendices. / LNE

Antonio Cuestas, el aprendiz con los botones de ancla

En Estonia, con un avión estadounidense / LNE

Docencia y Armada

En 1998, da un giro a su carrera profesional y vira hacia la docencia, una profesión que ejerció en varios colegios hasta su reciente jubilación. Pero este profesor, de Tecnología, como no, aún tenía clavada la espina militar de su juventud y siempre le atrajo la Armada. "En 2005 entré en la escuela naval", concreta, "como reservista". Sus vacaciones veraniegas las comenzó a dedicar a formarse y a realizar cursos militares que le han llevado por toda Europa. De hecho, es el primer reservista español en graduarse en el curso de especialista del Estado Mayor Francés, en la Escuela Militar de París.

Ya jubilado, ahora da rienda suelta a otra de sus pasiones, los viajes. Presidente de la Asociación de Amigos de Portugal en Asturias, es un entusiasta del país vecino. Al momento de publicar estas líneas, recorre Francia y a buen seguro traerá otro buen puñado de historias para una biografía de infarto.

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